miércoles, 30 de marzo de 2016

Parodia a votantes de Podemos





Impresionante repaso que le da al hijo por votar a Podemos. Lastima que esto solo es humor, pero bien podía ser pura realidad. De que forma han podido convencer a una España en crisis para conseguir los resultados y llegar hasta donde han llegado.
Lastima el destrozo que están haciendo y lo peor creando odio…odio enterrado hace años. Las redes estan plagadas de seguidores, pero también menos mal hay gente mostrando lo que realmente son, a donde nos quieren llevar. Ya se les esta viendo el plumero.
SUS INTENCIONES SON OTRAS MUY DISTINTAS A LAS QUE EN UN PRINCIPIO PROCLAMARON Y DE ESTA FORMA A TODA ESA GENTE QUE LO ESTABA PASANDO MUY MAL, QUE AUN LO ESTÁN PASANDO MAL, SE AGARRARON A ELLOS COMO SALVACIÓN.
Ahora que ya podrían estando ayudando a esa gente, se dedican a destrozar las costumbres y dividiendo a España.
No sabremos como acabara todo esto, espero que reine la cordura y las personas vean realmente que es lo que necesita España, sino estar todos los días en los titulares de los periódicos, creando odio atacando al ejercito, la policía, la iglesia…etc. Quieren acabar con todo para que una minoría…porque por muchos que les votaran estoy seguro que solo una minoría les sigue a ciegas.
Ya estamos entrando en el ultimo mes donde veremos que realmente va pasar y me parece que este vídeo en tono de humor viene bien para que la gente reflexione y piense donde vamos a ir a parar con esta gente en el poder. Si mucha gente por culpa de la crisis lo ha pasado y sigue pasando mal, ahora va ser mucho peor y mucha mas gente lo va pasar peor. Nunca un gobierno de izquierdas ha creado empleo y crecimiento.

martes, 15 de marzo de 2016

Los periodistas del pisotón


Subtítulo:
La epopeya de Europa Press

Autor: José Apezarena 
9788431331160 
Colección: Comunicación 
Año: 2016 
Páginas: 420 
Peso: 0,720 Kg. 


Precio: 25,00 € (24,04 € sin IVA)
Descripción 

El flas «Franco ha muerto, Franco ha muerto, Franco ha muerto» constituye el momento informativo más brillante de Europa Press , pero no el único. Este libro relata la epopeya de una agencia de prensa que, en el final del franquismo y durante toda la transición, adelantó al país las noticias más importantes. Y lo logró frente a medios mucho más poderosos. Por eso esta es una historia de «pisotones», entre ellos el cese de Arias Navarro como presidente, el nombramiento de Adolfo Suárez, la legalización del Partido Comunista, la dimisión de Suárez, las sucesivas crisis de Gobierno, el Manifiesto de los Cien, los Pactos de La Moncloa… Aquí se cuenta cómo se lograron esas exclusivas.

Nacida de la iniciativa privada, Europa Press  apostó por una información libre, abierta, sin cortapisas, lo cual le provocó graves problemas con las autoridades, que más de una vez la colocaron al borde del cierre. A pesar de la cual no cedió. En esta historia ocupa un lugar principal Antonio Herrero Losada, director hasta 1992, que le dio el espíritu informativo y de libertad. El libro es un homenaje a su persona y, con él, a aquellos «periodistas del pisotón».

José Apezarena , nacido en Pamplona, doctor en Comunicación por la Universidad de Navarra, fue redactor jefe de Europa Press . Ha sido, director de Informativos de COPE , y director adjunto de Expansión y de La Gaceta de los Negocios. Actualmente, editor de El Confidencial Digital. Autor de «Periodismo al oído: los confidenciales». Es profesor de «Información y Comunicación Política» en el Centro Universitario Villanueva. Participa en tertulias de radio y televisión. Especialista en la Familia Real, biógrafo de Felipe VI, acaba de publicar Felipe y Letizia. La conquista del trono.

lunes, 14 de marzo de 2016

ERROR DE PACTO CON CONSECUENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

15 años sin la “mili”

El Servicio Militar se suprimió por una de las cláusulas del Pacto del Majestic entre CiU y el PP el año 1996, pero no se aprobó la su derogación hasta el 2001

30
Hace justamente quince años que el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto para suspender la prestación del Servicio Militar (la mili). El fin de la mili se hizo efectiva el 31 de diciembre del 2001, antes de lo previsto, tal como anunció el entonces presidente del Gobierno español, José María Aznar, durante su discurso de investidura del año 2000. Pero, ¿cuáles fueron las causas para acabar con un servicio que hacía más de 200 años que todos los hombres españoles tenían la obligación de hacer?
Para conocer la historia de la derogación del a mili hace falta retroceder hasta las elecciones generales españolas de 1996, dónde el presidente Felipe González perdió las elecciones en favor del PP de Aznar. Pero los resultados de los populares no fueron suficientes para gobernar, y se vieron obligados a pactar previamente con la CiU de Joaquim Molins y el famoso Pacto del Majestic, con el PNV y Coalición Canaria.
CiU fue clave para aquella investidura. El programa electoral que llevaba en las elecciones era muy fuerte, sin hacer brindis al sol o prometer vaguedades, sino que presentaba acciones concretas, como la creación de empleo, la supresión de la mili y de los gobernadores civiles… y por eso el lema de la campaña era “El Compromiso”, en referencia al compromiso del partido con las personas que vivían y trabajaban en Cataluña.Con el Pacto del Majestic, el PP se vio obligado a introducir en su programa algunos de los puntos que planteaba CiU en su hoja de ruta, y entre ellos, la supresión del Servicio Militar.
No fue el único punto, había muchos otros, como la defensa de los derechos nacionales de Cataluña, o la creación de 300.000 puestos de empleo. Aquí tenéis la lista completa de lo que pedían desde el partido de Molins y Pujol:
El compromiso de CiU con los ciudadanos catalanes para las elecciones de 1996.
El compromiso de CiU con los ciudadanos catalanes para las elecciones de 1996.
Así, el hecho de que ya no tengamos el Servicio Militar, es debido a una iniciativa de la CiU de la época y que se dieron unas condiciones favorables para que esto pasara. Aun así, Jordi Pujol no estaba de acuerdo en poner este punto en la lista, porque creía que la mili tenía un papel concreto en la sociedad. A pesar de esto, sabía que era una condición que tarde o temprano se produciría, porque los ejércitos actuales tienen que estar profesionalizados. Y pese a que pueden ser menores, los gobiernos gastan más dinero en tecnología y menos en el mantenimiento. Actualmente, solo determinados países, como Suiza o Israel, se pueden permitir el lujo de tener un ejército de leva y con buenas condiciones.
Así pues, cuando Aznar volvió a ser escogido presidente del gobierno en el año 2000, anunció esta supresión de la mili en su investidura, y el 1 de enero del 2002 entró en vigor.

"ERROR HISTÓRICO" DE AZNAR

15 años sin la “mili”

El Servicio Militar se suprimió por una de las cláusulas del Pacto del Majestic entre CiU y el PP el año 1996, pero no se aprobó la su derogación hasta el 2001

30
Hace justamente quince años que el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto para suspender la prestación del Servicio Militar (la mili). El fin de la mili se hizo efectiva el 31 de diciembre del 2001, antes de lo previsto, tal como anunció el entonces presidente del Gobierno español, José María Aznar, durante su discurso de investidura del año 2000. Pero, ¿cuáles fueron las causas para acabar con un servicio que hacía más de 200 años que todos los hombres españoles tenían la obligación de hacer?
Para conocer la historia de la derogación del a mili hace falta retroceder hasta las elecciones generales españolas de 1996, dónde el presidente Felipe González perdió las elecciones en favor del PP de Aznar. Pero los resultados de los populares no fueron suficientes para gobernar, y se vieron obligados a pactar previamente con la CiU de Joaquim Molins y el famoso Pacto del Majestic, con el PNV y Coalición Canaria.
CiU fue clave para aquella investidura. El programa electoral que llevaba en las elecciones era muy fuerte, sin hacer brindis al sol o prometer vaguedades, sino que presentaba acciones concretas, como la creación de empleo, la supresión de la mili y de los gobernadores civiles… y por eso el lema de la campaña era “El Compromiso”, en referencia al compromiso del partido con las personas que vivían y trabajaban en Cataluña.Con el Pacto del Majestic, el PP se vio obligado a introducir en su programa algunos de los puntos que planteaba CiU en su hoja de ruta, y entre ellos, la supresión del Servicio Militar.
No fue el único punto, había muchos otros, como la defensa de los derechos nacionales de Cataluña, o la creación de 300.000 puestos de empleo. Aquí tenéis la lista completa de lo que pedían desde el partido de Molins y Pujol:
El compromiso de CiU con los ciudadanos catalanes para las elecciones de 1996.
El compromiso de CiU con los ciudadanos catalanes para las elecciones de 1996.
Así, el hecho de que ya no tengamos el Servicio Militar, es debido a una iniciativa de la CiU de la época y que se dieron unas condiciones favorables para que esto pasara. Aun así, Jordi Pujol no estaba de acuerdo en poner este punto en la lista, porque creía que la mili tenía un papel concreto en la sociedad. A pesar de esto, sabía que era una condición que tarde o temprano se produciría, porque los ejércitos actuales tienen que estar profesionalizados. Y pese a que pueden ser menores, los gobiernos gastan más dinero en tecnología y menos en el mantenimiento. Actualmente, solo determinados países, como Suiza o Israel, se pueden permitir el lujo de tener un ejército de leva y con buenas condiciones.
Así pues, cuando Aznar volvió a ser escogido presidente del gobierno en el año 2000, anunció esta supresión de la mili en su investidura, y el 1 de enero del 2002 entró en vigor.

miércoles, 9 de marzo de 2016

La amenaza yihadista pone a Francia en estado de guerra

aceprensa



    Francia es, sin duda, el país europeo que más percibe la amenaza del terrorismo yihadista, sobre todo después de los atentados de París de 2015. La respuesta a esta amenaza se desarrolla en las arenas del Sahel o en los campos de batalla de los conflictos de Siria e Irak, con el despliegue de misiones militares francesas. En consecuencia, se explica que los gobernantes, sean François Hollande o Manuel Valls, se planteen la situación como si de una guerra se tratara, algo que no hacen otros países de la UE con un riesgo similar de amenaza terrorista.

    Hollande proclamó la existencia de una guerra inmediatamente después de los atentados de noviembre, pero otro tanto hizo Valls en la Conferencia de Seguridad de Múnich (13 de febrero de 2016). No deja de ser paradójico que la misma Francia que criticó la “guerra contra el terrorismo” de Bush, tras la invasión de Irak, que el presidente republicano consideraba como otra respuesta a los ataques del 11-S, califique de guerra la lucha contra los yihadistas. De hecho, tiene un argumento de mayor consistencia que el de Bush enfrentado a Al Qaeda: el enemigo ya no es solamente unas células terroristas sino que es el Daesh, un seudo-Estado, un proto-Estado que controla un territorio de amplia extensión y que ha proclamado un califato para desencadenar la yihad contra Occidente.
    Manuel Valls califica la situación de “guerra asimétrica”, caracterizada por el hecho de que el enemigo no respeta ningún tipo de reglas, ni reconoce Estados ni fronteras
    Se diría que Manuel Valls cree en la inevitabilidad de los acontecimientos. De hecho, en Múnich proclamó que no se debe ocultar la verdad a la opinión pública, pues está convencido de que habrá nuevos ataques semejantes a los anteriores. El primer ministro acreditó la existencia de un “hiperterrorismo” que ha venido para quedarse, pues es una temible fuerza seudomesiánica que ejerce gran fascinación entre la tercera generación de inmigrantes musulmanes. Son jóvenes desarraigados, que ostentan la nacionalidad francesa, pero no comparten los valores republicanos, herederos de la Ilustración, representados por aquella.
    Para Valls no es un mero problema de seguridad, capaz de resolverse con controles e investigaciones policiales. Por el contrario, ha recordado con frecuencia a sus conciudadanos que estamos ante un cambio de época, un cambio de mundo, caracterizada por “el hecho de que estamos en guerra, porque el terrorismo nos hace la guerra”.
    En cualquier caso, no existe un estado de paz porque Francia vive en un estado de emergencia, contemplado en una ley de 1956, promulgada durante la guerra de Argelia, y que se aplica al territorio metropolitano y a Córcega. Es una situación que permite a las fuerzas del orden restringir la circulación de vehículos y personas, efectuar registros en domicilios sin necesidad de orden judicial, decretar arrestos domiciliarios de personas cuya actividad resulte peligrosa para la seguridad y el orden público, o instaurar medidas para el control de los medios de comunicación.

    El fin de la concepción clásica de la guerra

    Según el politólogo Bertrand Badie (Le Monde, 21-11-2015), Francia no está realmente en guerra, sino en un estado indeterminado, que escapa a una concepción clásica de la guerra: la que se desarrolla en un frente y es llevada a cabo por las fuerzas armadas. Este planteamiento se inscribe en el escenario anterior a 1945, último año en que tuvieron lugar declaraciones de guerra formales como las de Turquía a Alemania o de la URSS a Japón. Eran los tiempos de movilizaciones de masas y de despliegue de un aparato diplomático con la misión de negociar las condiciones más ventajosas para el país en un futuro tratado de paz. Se trataba de una guerra concebida como un choque de potencias, y la paz formal subsiguiente respondía a un nuevo acomodamiento entre las potencias, que no excluía, en absoluto, un conflicto posterior.
    En la caída del comunismo tuvieron un papel decisivo la lucha por los derechos humanos y las ansias de democracia y de libertad al otro lado del telón de acero
    Esta concepción clásica de la guerra conformaría la historia de Europa durante siglos. Pero tanto la guerra fría, como los conflictos de independencia de las colonias sustentados en tácticas de guerrilla y terrorismo, se llevarían por delante la concepción clásica de la guerra. Como señala acertadamente Badie, la guerra de hoy no es tanto una expresión de potencia sino de debilidad. Es frecuente la conflictividad en los Estados fallidos, de los que tenemos ejemplos en Oriente Medio y el África subsahariana, donde han estallado las divisiones étnicas, sociales, políticas y religiosas. De ellas se aprovechan, según el citado politólogo, los “empresarios de la violencia”, como Daesh y Al Qaeda, que carecen de instituciones, ejército o cultura militar, y que son ajenos a la dinámica de las potencias. Es el tiempo de los “señores de la guerra”, que no aspiran a ser estadistas, crean redes mafiosas para financiarse y construyen, para su provecho, una sociedad clientelar, a la que bombardean con mensajes recordatorios de sus humillaciones y carencias sociales del pasado y del presente.
    Por otra parte, en nuestros días, asistimos a una “informalización de la guerra”, en palabras del sociólogo Dominique Linhardt, pues la guerra se hace con medios que no corresponden a otros modelos precedentes. Y no se trata solo de ataques terroristas sino también de la respuesta de algunos Estados. El ejemplo más conocido, y con amplias perspectivas de ser imitado en el futuro, es el de los drones, utilizados por EE.UU., que atraviesan las fronteras y golpean en el espacio territorial árabe-musulmán, aunque no suelen ser ataques clandestinos, pues se anuncian oficialmente los objetivos alcanzados.

    La debilidad del combate ideológico

    Manuel Valls califica la situación de “guerra asimétrica”, caracterizada por el hecho de que el enemigo no respeta ningún tipo de reglas, ni reconoce Estados ni fronteras. Esto es aplicable al “enemigo interior” que puede actuar en Francia, los miembros o simpatizantes del Daesh, y al “enemigo exterior”, el Estado yihadista que ocupa territorios en Siria, Irak y Libia. Con este tipo de enemigo no cabrían ni la diplomacia ni las convenciones internacionales. Debe ser destruido y golpeado en el corazón de sus bastiones, lugares de origen de los atentados en suelo europeo. Sin embargo, Valls también reconoce que estamos ante un combate ideológico que puede durar mucho tiempo y acierta, sin lugar a dudas, al afirmar que no estamos ante un problema entre la sociedad occidental y los musulmanes, sino que el problema está en el propio seno del islam, por la pretensión de determinados grupos de construir sus raíces intelectuales en el islam de los orígenes.
    Para ganar esta guerra, se necesita el concurso de los musulmanes; pero existe el riesgo de que no quieran ayudar a una sociedad que no respeta sus convicciones religiosas
    Sobre este particular, cabe añadir que el combate intelectual es el punto débil del Occidente, en general, y de Francia, en particular, en esta lucha contra el yihadismo. Habría que recordar que el inesperado desenlace de la guerra fría no se debió únicamente a los despliegues militares nucleares y convencionales, con todo el coste económico conllevado, y menos todavía a las guerras localizadas en distintos lugares del planeta, no pocas veces con resultado adverso o incierto para los países occidentales. En la caída del comunismo tuvieron un papel decisivo la lucha por los derechos humanos y las ansias de democracia y de libertad al otro lado del telón de acero. Puede decirse que aquel combate ideológico desembocó en una gran victoria sobre la mentira, piedra angular de todo régimen totalitario.
    El problema de hoy es que Occidente, y en particular la Francia republicana con sus lemas de libertad, igualdad y fraternidad, no siempre es capaz de demostrar que estos ideales son auténticos. Si se reducen a enseñanzas vacías de contenido, por mucho que formen parte de los currículos educativos, poco podrán hacer contra un fanatismo plenamente convencido de su superioridad moral.
    Para ganar esta guerra, tal y como ha reconocido Manuel Valls, se necesita el concurso de los propios musulmanes, que son además las víctimas más numerosas de la violencia yihadista; pero existe el riesgo de que no quieran prestar su colaboración a un Estado y a una sociedad que no respetan sus convicciones religiosas. En el fondo, late la sospecha de que el creyente, cualquiera que sea su religión, no es buen un ciudadano de la República. Este es el talón de Aquiles intelectual de un Occidente que, haciendo gala del más rancio positivismo del siglo XIX, pueda llegar a creer que la religión es una etapa superada en la evolución histórica de la humanidad. Esta suposición contribuye a ver al adversario como un mero fanático, pero no ahonda en las raíces de un conflicto de duración imprevisible. Antes bien, contribuye a acreditar la teoría simplista del “choque de civilizaciones”.