jueves, 17 de diciembre de 2015

Tu Brief: Agresión a Rajoy en Pontevedra

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Así insultaba Pablo Iglesias a la Policía cuando no estaba en campaña electoral.


 La imagen de Pablo Iglesias en el acto de homenaje a los asesinados en Afganistán, contrasta con las declaraciones que hacía cuando no se jugaba su carrera política y no estaba en campaña electoral.

El líder de Podemos aseguró en septiembre de 2012 que "le emocionaba ver a manifestantes rodear y agredir a un policía"."Sé que esa imagen se ha utilizado para criminalizar a los manifestantes pero tengo que reconocer que me ha emocionado, porque a pesar de que se la estaban jugando, a pesar de que no es agradable ver una agresión contra nadie, expresaba una rabia que está creciendo", aseguró. 
https://youtu.be/PcW_2kaLFYE



En otra ocasión, Pablo Iglesias, acusó a los agentes de Policía de ser unos "matones" por las cargas policiales que se produjeron en la huelga general del 14-N. Tras la detención de un fotoperiodista de La Tuerka, programa de Iglesias, por dar patadas a dos agentes, el hoy candidato podemita manifestó que la Policía mentía y afirmó que la acusación era "inverosímil". "Me parece indignante que agentes de la fuerza pública puedan mentir impunemente.



Nuestro reportero estaba fotografiando como apaleaban a la gente y la prensa libre para algunos es muy incómoda", añadió. Además cargó contra Intereconomía y contra el Gobierno. "A los gobernantes en este país los pies le huelen a franquismo y a muchos policías se les debería caer la cara de vergüenza cuando en lugar de defender a la gente se convierten en matones al servicio de los ricos", sentenció. ...





...Errejón borra, ahora, un tuit en el que insultaba a la Policía La Policía contesta a los insultos de Errejón Podemos no condena los tuits de Errejón Así hablaba Íñigo Errejón de los agentes de Policía

martes, 15 de diciembre de 2015

De mi BRIEF DEL 15 DE DICIEMBRE DE 2015

La encrucijada del voto. ¿Voto útil? ¿Voto del miedo? ¿Mal menor? ¿Voto en conciencia? ¿Principios innegociables? Nuestros lectores siguen debatiendo sobre cuál es el criterio más fiable a la hora de votar en España el próximo domingo. En el Brief de ayer, Andres Ortega sostenía que el voto al PP es la única respuesta eficaz para evitar el advenimiento de un nuevo Frente Popular como el de 1936, con las trágicas consecuencias de las que él fue testigo en su propia familia. Beatriz escribe que ella también conserva la memoria de experiencias familiares muy dolorosas de la Guerra Civil: “Los hermanos de mi abuelo fueron asesinados en Paracuellos, y pensando en ellos, se corta las manos, antes que votar al PP”.  Rosa María Allue admite que Vox es “el partido que coincide con mis ideas”, pero votará al PP porque “creo que tenemos que luchar unidos para evitar que salgan ‘el coletas’ y la izquierda”. Jaime Goyanes: “Estoy totalmente de acuerdo con Andrés Ortega”. Jaime cree que criticar el voto útil a favor del PP “nos lleva a un tripartito de izquierdas. Pidan el voto que España necesita y dejen de llamarlo ‘útil’ o ‘voto del miedo’”. Carlos de Bustamante apuesta por el criterio de los hechos: “obras son amores y no buenas razones”, un valor que encuentra realizado en el PP y su candidato, Mariano Rajoy: “Saliendo de la ruina económica”, dice Carlos, “se ayuda a las familias y, con ello, se fomenta la maternidad. Formas, ambas, de no favorecer el aborto”. Lydia Castillo reprueba el sesgo editorial que cree advertir en el Brief de Actuall: “Pareciera que eres enemigo del PP. Entiendo que estéis molestos porque Rajoy no se ha pronunciado, en definitiva, a favor de la vida. Pero en este momento, lo primordial es que gane el PP para que España vuelva a ser un gran país como lo era antes de Zapatero. Los nuevos partidos izquierdistas solo llevarían a España a la ruina. Si amas a España, no lo podemos permitir. Ojalá, tus comentarios sean más objetivos hacia el PP.” Esperanza: “Le tenéis odio al PP por el tema del aborto […] y defendéis a los siguientes partidos, Socialista, Ciudadanos y Podemos, que llevan en sus alforjas muchísimo más, además del aborto. Estamos al borde de un Frente Popular, con todo lo que eso traería consigo, ya estáis viendo las alcaldías de Madrid, Barcelona y Valencia, os parece que son dignas”. Jorge Quevedo: “No me parecen justos esos ataques indiscriminados a Rajoy que pretenden claramente desviar el voto hacia otro partido”, y avisa de que “continuaré leyendo Actuall siempre que no traten de influir electoralmente en ningún sentido”. Javier F.L. recomienda la Biblia como fuente de un criterio seguro a la hora de votar: “Este libro está plagado de casos similares a los de nuestro tiempo. Se ve cómo, en todos los casos, siempre es un grupo reducido de personas que saben mantenerse fieles a unos valores éticos los que perviven ante la erradicación de sus congéneres”. Norma Pino, desde Uruguay, se pregunta “dónde guardan los principios cristianos los españoles que, para votar en 2015, tienen que resucitar el miedo a la Guerra Civil”. Carmen González cierra por hoy la conversación, con un apunte que cuestiona la utilidad de cualquier voto: “Estoy segura de que será utilizado según les venga bien a ellos. Si nuestro voto sirviese para algo, no nos dejarían votar.”

miércoles, 6 de mayo de 2015

La ley de la sangre

La ley de la sangre

Es raro hoy que no se atienda una reivindicación hecha por colectivos gais que se sienten discriminados por su orientación sexual. De ahí que haya llamado más la atención que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea haya establecido que la prohibición de que los homosexuales donen sangre puede estar justificada, como medida de precaución habida cuenta del mayor riesgo de enfermedades infecciosas de transmisión sexual que se da en este colectivo. Las cifras sobre la mayor prevalencia del VIH y de otras infecciones entre los varones homosexuales son elocuentes y  nadie las ha desmentido.


Las organizaciones gais alegan que el problema no es el sexo entre hombres, sino los comportamientos sexuales de riesgo en los que cada uno pueda incurrir, independientemente de cuál sea su orientación sexual. Pero esto solo traslada la cuestión, pues entonces hay que plantearse por qué en este colectivo –menos del 2% de la población–  se generaliza un estilo de conducta sexual que se traduce que en Europa el 42% de las nuevas infecciones por VIH correspondan a hombres que tiene sexo con hombres, y que las infecciones en este grupo vayan en aumento.
Se comprende que a las organizaciones gais les irrite esta prohibición permanente de donar sangre, existente en más de cincuenta países, que a su juicio les estigmatiza. Si la conducta homosexual se considera tan normal y saludable como la heterosexual, ¿a qué viene esta discriminación? Y, ciertamente,  es paradójico que países que han introducido en poco tiempo reformas legales para dar en casi todo el mismo tratamiento a los homosexuales, se hayan aferrado a esta prohibición permanente de donar sangre, aunque pueda haber modos más personalizados de cribar a los potenciales donantes.
En algunos países se ha reconocido incluso el matrimonio gay, pero la donación de sangre sigue prohibida.  Es el caso de Holanda, que en 2001 celebró la primera boda gay, pero donde todavía  no se admite la donación de sangre por parte de homosexuales. Lo mismo ocurre en Bélgica, Noruega, Francia, Argentina, donde las parejas del mismo sexo pueden ir ante el juez para casarse, pero no ir al hospital para donar sangre. En EE.UU. ha sido más rápido el cambio de leyes sobre el matrimonio gay que el de la donación de sangre, que ha seguido prohibida, aunque el año pasado la FDA recomendó cambiar la norma. En el liberal Canadá, los gais pueden donar sangre…después de cinco años de abstinencia, lo cual parece mostrar cierta prevención sobre su conducta sexual.
Reino Unido, Suecia, Finlandia, Australia o Japón se conforman con un año de abstinencia. Curiosamente, en la Rusia de Putin la homosexualidad no es una contraindicación para donar sangre. En cambio, en la Alemania de Merkel, sí lo es. En España, los homosexuales pueden donar, aunque el inquisitivo interrogatorio que precede a la donación excluiría a no pocos de un colectivo al que corresponde el 51% de las nuevas infecciones por VIH en 2013.
Este panorama indica que, ante las reivindicaciones de colectivos homosexuales,  algunos países han estado más dispuestos a cambiar una institución milenaria como el matrimonio que a modificar las normas sobre la donación de sangre. ¿Si se quieren, por qué no?, ha sido suficiente para abrir el matrimonio a las parejas homosexuales. Pero, el hecho de que quieran hacer un gesto altruista como donar sangre no ha sido suficiente razón para permitírselo. ¿Será que estamos más abiertos a hacer experimentos con el matrimonio que con la salud?
La mencionada sentencia del Tribunal de Justicia europeo admite que en este tema un trato distinto para los homosexuales puede ser legítimo, si lo exige la situación sanitaria y  la necesidad de proteger el interés general. No toda discriminación es arbitraria ni injusta. Es un criterio que puede ser valioso también a la hora del debate sobre el matrimonio, la adopción y el mejor modo de proteger la estructura familiar.

miércoles, 15 de abril de 2015

ACEPRENSA: Cristianos en Oriente Medio: el martirio de la indiferencia

Cristianos en Oriente Medio: el martirio de la indiferencia


Una versión de este artículo se publicó en el servicio impreso 30/15

Cuando el pasado Jueves Santo las noticias reflejaron la masacre de 147 personas en la universidad de Garissa (Kenia), el Papa manifestó su cercanía a los familiares de las víctimas, y un día después lamentó el “silencio cómplice” de quienes observan con indiferencia cómo los cristianos siguen siendo perseguidos y asesinados.
El primer lunes de Pascua, el Pontífice fue aún más directo y pidió al mundo que no mire hacia otro lado: “Pido que la comunidad internacional no permanezca muda e inerte frente a tal crimen inaceptable, que constituye una violación preocupante de los derechos humanos más elementales”.
Los cristianos son víctimas de masacres, desplazamientos forzosos, secuestros y despojo, en un amplio espectro territorial que va del norte de Nigeria a Kenya, de Libia a Siria e Iraq, y es el islamismo extremista el responsable. Occidente pudiera hacer más para detener esa fatal influencia —la propia Santa Sede ha expresado que los países con capacidad para ello pueden hacer uso de la fuerza militar para poner fin al atropello contra los cristianos, los miembros de otras minorías y los musulmanes que no se pliegan a los caprichos de los fanáticos—, pero los decision-makers se toman su tiempo. Un tiempo que, para quienes ven pender la espada sobre sí, es bastante escaso.
El Papa Francisco ha pedido a la comunidad internacional que no permanezca muda e inerte ante la violencia anticristiana

“Por favor, no molestar a los musulmanes”

Sucede, sin embargo, que hay extrañeza e indiferencia en los países occidentales hacia esos cristianos que viven en el mundo árabe, una nebulosa región que, en la mente de muchos, es únicamente tierra de petróleo, mezquitas, y tipos barbudos con cinturones de explosivos. Tal vez por esa misma errónea percepción —y por una pizca añadida de mala fe—la autoridad de transportes de París decidió en días pasados retirar de la red de Metro unos carteles que anunciaban un concierto solidario con los “cristianos de Oriente Medio”, bajo el pretexto de la “neutralidad ante un conflicto armado en el exterior”, como si realmente fuera de recibo mantenerse neutral ante un asesino y su víctima. Finalmente, ante la indignación pública, se ha visto obligada a rectificar y reponer los carteles
Pero la indiferencia no florece únicamente en la oficina central de Transportes de la capital gala. Un artículo de Foreign Policy señalaba en marzo pasado que EE.UU. va de perfil en el asunto para no aparecer como defensor de una minoría en detrimento de otras, y no buscarse problemas con la comunidad islámica.
John Eibner, líder de la organización Christian Solidarity International-USA, afirmó a dicha publicación que “el interés político compartido por republicanos y demócratas es ganar los corazones y las mentes de los musulmanes. (…) Tras el 11 de septiembre, esto se volvió un asunto delicado, y todos lo saben. Es una gran preocupación de la política exterior de EE.UU., y parece un asunto de seguridad nacional”.

Iniciativas torpedeadas

Para que la Casa Blanca y el Congreso no actúen, basta con que la población esté de espaldas al tema y no presione demasiado. Según comenta a FP Faith McDonnell, especialista del Institute of Religion and Democracy, muchos cristianos y organizaciones de inspiración cristiana suelen ser muy activos en asuntos de política doméstica, como el aborto y el “matrimonio” homosexual, pero los temas internacionales les resultan más “intimidantes”.
Un proyecto de ley para auxiliar a las minorías religiosas de Iraq ha sido torpedeado por el Congreso
En cuanto a aquellos cristianos que sí llegan a interesarse por los destinos de sus correligionarios en Oriente Medio, McDonnell explica que muchos “no saben ni siquiera que existe un Comité de Relaciones Exteriores” en el Legislativo, que sería la instancia sobre la cual podrían ejercer influencia.
Mientras esto ocurre, las escasas iniciativas encaminadas a resolver la situación de las comunidades cristianas son torpedeadas por el Congreso o demoradas por la Administración. En el primer caso, una propuesta de ley —la denominada Ley para los Refugiados de las llanuras de Nínive 2014— “murió de muerte apacible”, según FP, sin el voto siquiera de algún comité para salir adelante. De haberse aprobado, habría vuelto más expedito el proceso de concesión de visas a los actuales o antiguos residentes de áreas invadidas por el Estado Islámico, y habría concedido a cristianos y yazidíes un estatus especial como refugiados. Su promotora, la representante demócrata Anna Eshoo, piensa volver a intentarlo, pero no es demasiado optimista.
No tiene motivos, cuando su propio gobierno anunció en agosto pasado la creación de la figura de un enviado especial para ayudar con apenas un millón de dólares —una gota en un océano de tanta calamidad— a los desplazados por el avance del EI, y a estas horas no hay todavía noticias ni del enviado ni del dinero.

La responsabilidad de EE.UU. y Occidente

Más activa se ha mostrado la diplomacia francesa, que logró que el Consejo de Seguridad de la ONU se ocupara el 27 de marzo de la suerte de los cristianos de Oriente perseguidos por el Estado Islámico. El ministro de asuntos exteriores, Laurent Fabius, pidió una acción concertada de la comunidad internacional para favorecer la seguridad y el retorno de estos cristianos. Su plan propone la creación de un fondo de ayuda humanitaria para este retorno, que debería ser asegurado por las fuerzas militares sobre el terreno. También pide que la ONU lleve los crímenes del Estado Islámico al Tribunal Penal Internacional. La iniciativa ha sido bien acogida, aunque los observadores temen que se quede en un gesto simbólico.
Moralmente, EE.UU. tendría un papel que desempeñar ante este deplorable escenario de terror contra los cristianos y otras minorías de Siria e Iraq, toda vez que fue quien emprendió la acción armada que terminó por desplazar del poder a Saddam Hussein y fomentó a los grupos rebeldes que se levantaron contra la dictadura de Damasco. La pésima planificación de los escenarios post bélicos, en el primer caso, y el cálculo erróneo de las consecuencias de armar a cualquiera que se sumara a la guerra contra Bashar al Assad, en el segundo, han desembocado en la presente situación.
En la sociedad árabe, marcada más por la pertenencia a clanes familiares que por un sentido amplio de comunidad, el sufrimiento de los cristianos no interesa demasiado
El periodista cristiano libanés Hisham Melhem, director de la oficina de Al Arabiya News Channel en Washington, señala en un artículo que la ocupación estadounidense de Iraq llevó a los islamistas radicales a declarar abierta la “temporada de caza” contra las antiguas comunidades cristianas presentes en el país, y que de 65 iglesias de diversas confesiones existentes en Bagdad, unas 40 han sido bombardeadas o incendiadas, mientras que varios obispos han sido asesinados, así como muchos fieles que participaban del culto.
“Una generación atrás, los cristianos iraquíes eran más de un millón; algunos dicen que un millón y medio. Líderes eclesiales y otras fuentes estimaban que –incluso antes de la irrupción del EI– más de la mitad ya se habían marchado obligados por la violencia y la intimidación, o por razones económicas. Algunos opinan que el número actual de los que se han quedado ronda los 150.000”.
A casi nadie allí, a lo que parece, le importa que los cristianos árabes estén presentes en estos países desde los primeros tiempos del cristianismo, ni que, según precisa Melhem, su influencia fuera decisiva en el renacimiento de la lengua y la literatura árabe en el siglo XIX. Son la “nada” en un contexto cultural en que no ya el sufrimiento de un país artificialmente trazado, sino el dolor del prójimo importa muy poco, como no pertenezca a la propia tribu o al mismo clan familiar.
Mal van, pues, los seguidores de Cristo si el Occidente que reniega de sus raíces cristianas persiste en desentenderse de ellos, y si EE.UU. no se implica en arreglar adecuadamente el lío de 2003.